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© 2021, Aníbal Caño. González Todos los derechos son propiedad del autor
Aníbal Caño González
3.- Análisis del uso de las técnicas de la música carnática en las obras
“Oru a Yemayá y Obba” y “Ayágguna II” de Louis Aguirre.
3.1.- Louis Aguirre y su relación con la música carnática.
La
música
de
Louis
Franz
Aguirre
(Camagüey,
Cuba,
1968)
“[…]
responde
a
constantes
técnicas
y
estéticas
que
giran
en
torno
a
un
marcado
carácter
experimental,
virtuoso
a
nivel interpretativo y alto grado de complejidad discursiva […]” (Morales, I. C., 2011:132).
Su mixtura cultural abarca lo siguiente:
La base de su formación musical académica occidental.
Las
técnicas
y
sonoridades
características
de
las
diferentes
vanguardias
musicales
de
Occidente,
incluyendo
las
definidas
como
“nueva
complejidad”
o
“nueva
simplicidad”.
El
universo
sonoro
y
simbólico-ritual
de
las
religiones
afrocubanas
de
origen
yoruba/lucumí (santería o regla de Ocha) y bantú/Congo (regla de Palo Monte).
Las técnicas compositivas de la música carnática o música del sur de la India.
La
música
tradicional
niponia:
el
gagaku
(música
imperial
de
la
corte
japonesa)
y
el kabuki (manifestación teatral japonesa con inclusión de música y danza).
(Morales I. C., 2018:313-314)
El mismo autor justificaba en una entrevista:
Para
mí,
el
modo
de
vida
excesivo,
caótico
e
inestable
[…]
ha
sido,
digamos,
mi
medio
natural
de
vida.
Hay
quienes
me
han
relacionado
con
la
nueva
complejidad
[…]
Mi
forma
de
llegar
a
este
tipo
de
conexión
estética
vino
por
un
camino
muy
diverso
al
de
los
compositores
asociados
a
esta
tendencia,
en
mi
caso
fue
el
resultado
de
mis
estudios de la música clásica carnática (Louis Aguirre) (MCAM 2016:4).
Y, respecto a la música carnática, añadía:
La
importancia
de
este
sistema
numérico
en
el
que
se
basa
el
sistema
adivinatorio
de
la
santería
va
a
estar
estrechamente
vinculado
a
las
técnicas
de
la
música
carnática
del
sur
de
la
India,
en
cuya
base
los
números
tienen
también
un
gran
peso.
En
el
año
2002
me
establecí
en
Amsterdam
con
una
idea
muy
precisa:
estudiar
composición
con
Rafael
Reina
y
aprender
las
mencionadas
técnicas,
produciéndose
en
mi
obra
un
cambio
casi
inmediato.
Todo
se
ordenó
en
mi
pensamiento
compositivo
con
extrema
claridad,
y
de
dicho
corpus
teórico
extraje
conclusiones
fundamentales
para
mi
obra
futura (Louis Aguirre, 2017:12).
Mientras
que
al
principio
compuse
escrupulosamente
siguiendo
las
reglas
[…],
poco
después
de
mi
graduación
comencé
a
usar
las
técnicas
de
una
manera
mucho
más
intuitiva.
Me
dejé
inspirar
por
el
“espíritu”
de
una
técnica,
incluso
si
tenía
que
romper
las
reglas
o
adaptarlo
a
las
necesidades
musicales
del
momento.
Los
ciclos
se
acortan
o
se
estiran;
Las
técnicas
como
“mukthays”,
“frases
yati”
o
“jathi
bhedam
mixta”
se
parecían
más
a
pinceladas
sobre
un
lienzo
que
rara
vez
terminaban
como
en
la
música
carnática.
Lo
que
me
interesó
de
la
música
carnática
fue
el
desarrollo
de
la
riqueza
rítmica
que
este
sistema
ha
creado
y
cómo
podría
usarlo
para
mis
propios
objetivos
(Louis Aguirre) (N. de T.) (Reina, 2015:442).
3.2.- Las técnicas rítmicas de la música cárnatica en ORU A YEMAYÁ Y OBBA.
3.2.1.- Sobre ORU A YEMAYÁ Y OBBA.
“Oru
a
Yemayá
y
Obba”
es
una
pieza
para
clarinete
en
Bb,
trompeta
en
Bb,
vibráfono
y
dos
pianos
(uno
de
ellos
afinado
microtonalmente),
compuesta
en
2012.
Esta
obra
pertenece
a
un
ciclo
de
piezas,
encargo
del
conservatorio
de
Amsterdam.
Es
un
ciclo
llamado
“Oru
de
Igbodu”,
concretamente
esta
pieza
corresponde
al
segundo
ciclo,
ya
que
Louis
Aguirre
ha
compuesto
tres
ciclos
titulados
así;
el
1º
es
únicamente
para
percusión
y
el
3º
es
un
cuarteto
de
saxofones
con
una
duración
de
1
hora
dividida
en
4
partes.
“Oru
de
Igbodú
II”
es
un
conjunto
de
seis
piezas
en
el
cual
la
instrumentación
sigue
la
serie
de
Fibonacci
(1-1-2-3-5-8):
1-Violín
solo
(“Toque
a
Eshu
y
Ochosi”),
2-
Soprano
solo
(“Eggun
y
Olokun”),
3-Flauta
y
clarinete
Bb
(“Oshún
Olodí”),
4-Tres
percusionistas
(“Toque
a
Eggun
II”),
5-Clarinete
Bb,
trompeta
Bb,
vibráfono,
dos
pianos
(“Oru
a
Yemayá
y
Obba)
y
5-Concierto
para
violín,
ensemble
amplificado:
Violín,
flauta
alto,
oboe,
clarinete
Bb,
saxofón
alto,
dos
percusionistas
y
piano
(“Toque
a
Oshún
y
Olokun”).
Louis Aguirre, en el libro de Rafal Reina, explica qué es un “Oru”:
“Oru”
es
una
secuencia
de
cantos
y
golpes
de
percusión
dedicados
a
los
“Orishas”
(el
panteón
de
los
dioses
africanos
que
gobiernan
y
representan
todos
los
aspectos
de
nuestro
mundo
y
nuestra
vida).
Mi
música
se
nutre
de
las
ceremonias
de
la
santería,
donde
la
música
forma
parte
integral
del
contacto
con
“otros
mundos”:
dioses,
ancestros
y
con
“otra
realidad”
-
trance,
posesión,
adivinación.
En
la
mayoría
de
mi
música,
el
sonido
es
el
vehículo
de
la
catarsis
y
el
significado
sagrado.
Fue,
de
hecho,
mis
creencias
espirituales
las
que
hicieron
darme
cuenta
de
que
necesitaba
un
sonido
que
reflejara
la
atmósfera
de
estos
rituales.
Un
sonido
capaz
de
transmitir
las
sonoridades
frenéticas
y
complejas
de
la
ceremonia
(Louis
Aguirre)
(N.
de
T.)
(Reina,
2015:422).
Respecto
al
ámbito
técnico
relacionado
con
la
música
carnática,
en
esta
obra,
la
técnica
rítmica
más
empleada
son
los
“tirmanas”.
Estos
aparecen
como
generadores
estructurales
ya
que
el
discurso
musical
de
la
pieza
va
ligado
al
desarrollo
de
estos.
Es
frecuente
observar
que
al
comienzo
del
“tirmana”
o
en
el
final,
empieza
una
nueva
frase o esta finaliza, respectivamente.
Para
el
análisis
vamos
a
dejar
de
lado
los
instrumentos
monódicos,
es
decir,
el
clarinete
y
la
trompeta,
y
nos
centraremos
en
el
resto,
el
vibráfono
y
los
dos
pianos.
Esto
es
debido
a
que,
a
lo
largo
de
la
pieza,
el
aspecto
textural
se
mantiene
como
“melodía
acompañada”,
donde
la
“melodía”
(o
motivo
lineal)
la
producen
los
primeros
y
los
instrumentos
polifónicos
van
placando
acordes
en
los
que
se
van
a
ir
produciendo
los
“tirmanas”.
La
obra
está
compuesta
en
base
a
seis
“tirmanas”.
Es
decir,
la
extensión
de
la
pieza
se
rige
por
la
dimensión
de
estos,
además
de
una
introducción
y
una
coda
final
de
carácter
similar.
Dicho
de
otro
modo,
después
de
la
introducción
irán
apareciendo
los
“tirmanas”
uno
tras
otro,
y
una
vez
el
sexto
haya
finalizado,
comenzará
la
coda
final.
Estos
no
siempre
empiezan
a
la
vez
en
todos
los
instrumentos,
sin
embargo,
existen
puntos
de
coincidencia
entre
ellos.
En
la
siguiente
tabla
(imagen
10),
está
indicada
la
estructura
de
la
pieza,
en
base
a
la
dimensión
de
los
“tirmanas”
(T.1
–
T.2
-
…).
Están
indicados con un “tick” aquellos fragmentos donde existe un “tirmana”.
IMAGEN 10
Para
analizar
los
“tirmanas”
(imagen
11)
tendremos
en
cuenta
sobre
todo
el
piano
I
(afinado
microtonalmente)
y
el
vibráfono
ya
que
el
piano
II
no
sigue
modelos
de
“tirmanas”
y
actúa
como
elemento
de
desfase,
cambiando
constantemente
de
figuración
además
de
ejecutar
frecuentemente
tresillos
(recordamos
que
una
de
las
peculiaridades
del
“tirmana”
es
estar
en
“chatusra”,
es
decir,
cuatros
semicorcheas
por
pulso).
Tal
como
se
muestra
en
el
ejemplo
citado,
los
“tirmanas”,
están
representados
esquemáticamente
de
forma
numérica,
donde,
a
continuación,
se
pasará
a
su
correspondiente desarrollo.
3.2.2.-ANALISIS.
IMAGEN 11
1.-
Reconocimiento:
Echando
un
vistazo
a
la
partitura,
a
las
voces
individuales,
nos
podemos
dar
cuenta
de
que
existen
figuraciones
rítmicas
que
se
repiten
un
número
de
veces
concreto
y
que
estas
van
disminuyendo
hasta
de
nuevo,
en
un
punto,
comenzar
otro
ciclo
con
una
figuración
mayor
que
la
anterior.
Por
ejemplo,
una
vez
finalizada
la
introducción
(c.23),
en
el
vibráfono
existe
una
figuración
de
blancas
que
posteriormente
se
reducirán
a
negras
con
puntillo,
hasta
llegar
a
una
figuración
irregular
de
5
contra
3
negras.
Al
compás
siguiente
(c.31),
la
figuración
es
de
negra+semicorchea,
es
decir,
5
semicorcheas,
una
figuración
mayor
que
la
anterior
(obviando
el
tresillo
de
corcheas
que luego se comentará), por lo tanto, aquí comenzará otro “tirmana”.
2.-
Calcular
los
“matras”
del
“tirmana”:
Una
vez
sabido
la
extensión
del
“tirmana”
calculamos
los
pulsos
que
abarca
este,
para
después,
ya
que
recordamos
que
esta
técnica
se
realiza
en
“chatusra”,
multiplicar
por
4
y
que
nos
resulte
los
“matras”
o
semicorcheas
utilizados.
En
el
caso
anterior
(cc.23-30),
el
“tirmana”
dura
8
compases
divididos
en
4/4
+
4/4
+
3/4
+
3/4
y
esto
repetido
una
segunda
vez.
Esto
nos
puede
dar
a
entender
que
el
“tala”
empleado
es
de
14
pulsos
(4+4+3+3)
y
que
se
interpretan
2
ciclos
de
este
“tala”.
Finalmente,
la
operación
resultante
sería:
(14+14)x4,
generando
un
total de 112 “matras”.
3.-
Comprobar
las
características
del
“tirmana”:
Esta
técnica
es
una
secuencia
de
notas
en
la
que
cada
una
está
separada
de
la
siguiente
por
el
mismo
número
de
“matras”,
que
se
repite
un
número
determinado
de
veces
y
se
va
reduciendo
de
forma
constante
hasta
llegar
a
un
punto
(2
o
3
“matras”
de
duración)
donde
finalizaría
el
“purvanga”
y
comenzaría
el
“uttaranga”,
lugar
en
el
cual
se
ejecutan
los
“matras”
restantes
y
es
frecuente
percibir
un
cambio
de
“gati”
(subdivisión
del
pulso).
Siguiendo
con
el
mismo
ejemplo,
tomamos
el
papel
del
vibráfono
en
el
compás
23
y
observamos
que
su
figuración
es
de
blancas
(8
“matras”)
y
que
se
repiten
5
veces.
A
continuación,
la
figuración
pasa
a
negras
con
puntillo,
es
decir
2
“matras”
menos,
que
también
se
repite
5
veces,
el
“tirmana”
continúa
en
negras
y,
finalmente,
en
corcheas,
antes
de
comenzar
en
“uttaranga”.
Por
lo
tanto,
deducimos
que
este
“tirmana”
posee
5
notas,
consideradas
como
repetición,
y
que
estas
van
disminuyendo
de
2
en
2
“matras”
partiendo
de
una
figuración
de
8
“matras”
(=blancas).
Haciendo
el
cálculo
del
“purvanga”
resultaría
un
número
de
100
“matras”,
es
decir,
los
12
restantes
se
incluirían
en
el
“uttaranga”.
Louis
Aguirre,
en
este
caso,
mantiene
una
de
las
características
propias
del
“tirmana”
que
consiste
en
que
al
comenzar
el
“uttaranga”,
el
“gati”
cambie
en
función
del
número
de
repeticiones
empleados
en
el
“purvanga”.
Por
ejemplo,
en
el
caso
mencionado
previamente,
el
número
de
repeticiones
es
igual
a
5
por
lo
tanto
el
“gati”
correspondiente
sería
“khanda”
(=quintillos
de
semicorcheas
por
pulso).
Así
pues,
está
indicado
como
5
contra
3
negras,
que
es
lo
mismo
que
subdividir
esas
3
negras
en
quintillos
(“khanda”)
y
acentuar
cada
3
semicorcheas.
De
esta
manera,
obtenemos
los
mismos
acentos
que
repeticiones
empleadas
a
lo
largo
del
“tirmana”
conservando
así
el factor numérico tan importante en la música carnática (ver imagen 12)
IMAGEN 12
Acabamos
de
analizar
un
ejemplo
de
“tirmana”
puro,
pero,
aunque
sí
que
se
dan
este
tipo
de
casos
a
lo
largo
de
la
pieza,
nos
encontraremos
frecuentemente
con
ejemplos
que,
debido
a
la
coordinación,
coincidencias
y
desfases
entre
los
distintos
instrumentos,
sufrirán
algún
tipo
de
modificaciones.
A
continuación,
desarrollamos
el
análisis
del
resto de los “tirmanas”, indicados anteriormente en la imagen 11.
Mientras
el
vibráfono
ejecuta
el
“tirmana”
comentado
previamente,
el
piano
I
está
realizando
otro
a
su
vez,
pero
con
otras
características.
La
extensión
es
la
misma,
por
lo
tanto,
los
“matras”
utilizados
son
igualmente
112.
Este,
en
vez
de
comenzar
en
blancas,
su
figuración
inicial
es
de
5
“matras”
(negra+semicorchea)
y
se
repite
7
veces.
A
continuación,
cada
nota
se
ve
reducida
en
1
“matra”,
es
decir,
se
producen
7
negras
y
suponemos
que,
posteriormente,
seguirían
figuraciones
de
3
“matras”.
Ocurriendo
esto,
alcanzamos
los
tres
“matras”
por
pulso
que
nos
indican
que
comienza
el
“uttaranga”.
Si
realizamos
el
cálculo
nos
resultaría
una
cantidad
de
84
“matras”
(7x5
+
7x4
+
7x3),
por
lo
tanto,
quedarían
28
por
interpretar.
Lo
usual
es
que
en
esta
parte
cambie
el
“gati”
y
que
se
emplee
el
correspondiente
al
número
de
repeticiones,
en
este
caso
7,
“misra”.
Dicho
de
otro
modo,
en
este
punto
lo
frecuente
sería
observar
septillos
como
subdivisión
del
pulso.
Sin
embargo,
Louis
Aguirre
utiliza
la
figuración
irregular
que
se
encuentra
en
el
vibráfono,
es
decir,
5
contra
3
negras
repetido
esto
dos
veces.
La
subdivisión
por
tanto
no
es
de
septillos
sino
de
quintillos.
Al
escribir
esto,
genera
10
pulsos
donde
habría
6
y
si
hacemos
el
cálculo
son
24
“matras”
(6x4),
quedarían
4
que
el
compositor
completa,
rompiendo
el
“tirmana”,
con
una
negra
al
comenzar
el
“uttaranga”.
Así
se
cumple
la
norma
de
que
en
el
“uttaranga”
cada
figuración
tiene
que
ser
más
pequeña
que
la
anterior,
pudiendo
repetir
el
último
grupo
hasta
tres
veces,
haciéndolo
en
este
ejemplo
dos.
De
esta
manera,
crea
dos
estructuras,
vibráfono
y
piano
I,
que
se
van
estrechando
de
acuerdo
a
una
lógica
individual
y
por
lo
tanto
desfasada, que justo al final, en el último compás, coinciden y vuelven a estar en fase.
Continuando
el
papel
del
piano
I,
el
siguiente
“tirmana”
es
fácilmente
reconocible
ya
que,
de
nuevo,
vuelve
a
finalizar
con
dos
figuraciones
irregulares,
por
lo
tanto,
este
abarca
desde
el
compás
31
al
38
(“tirmana”
2).
Realizando
el
cálculo,
los
“matras”
empleados
son
100.
Sin
tener
en
cuenta
la
última
nota
del
anterior
“tirmana”,
ya
que
está
ligada
a
la
primera
de
este,
la
figuración
inicial
es
de
7
“matras”
y
esta
se
repite
5
veces.
Se
reduce
a
5
“matras”
repitiéndose
a
su
vez
5
veces
y
finaliza
con
un
ritmo
de
3
“matras”,
sin
embargo,
aquí
aparece
la
primera
modificación
del
“tirmana”.
La
característica
de
este
es
que,
comenzando
con
7
“matras”,
se
disminuye
progresivamente
en
2
“matras”
y
cada
figuración
se
repite
5
veces.
Esta
vez,
el
ritmo
de
3
“matras”
aparece
solamente
4
veces
repetido,
dando
paso
al
“uttaranga”.
A
diferencia
del
anterior
“tirmana”,
ahora
en
el
piano
I
el
nuevo
“gati”
que
se
va
a
producir
sí
que
se
corresponde
con
el
procedimiento
habitual,
realizado
anteriormente
en
el
vibráfono.
Al
ser
5
las
repeticiones,
la
subdivisión
pasa
a
ser
de
quintillos:
“khanda”.
Esto
se
puede
ver
en
ambas
figuraciones
irregulares,
tanto
en
el
compás
36
como
en
el
37:
5:4
negras
y
5:3
negras,
respectivamente.
Concretamente
aquí,
nos
encontramos
con
otra
de
las
técnicas
previamente
comentadas:
“anuloma-pratiloma”.
En
este
caso
solamente
“pratiloma”
ya
que
se
está
tratando
la
ejecución
de
grupos
irregulares
a
lo
largo
de
distinto
número
de
pulsos.
En
definitiva,
se
trata
de
un
cambio
de
velocidad,
siguiendo
la
norma,
a
una
mayor.
La
velocidad
de
la
pieza
es
negra=38,
en
el
compás
36
por
lo
tanto
sería
negra=47,5
(38x5/4)
y
en
el
37
negra=63,3
(38x5/3).
Aquí,
Louis
Aguirre
hace
un
uso
esporádico
de
“anuloma-pratiloma”,
más
adelante
veremos
ejemplos
de
esta
técnica
de
una
forma
más
compleja.
Retomando
el
análisis
del
“tirmana”,
en
este
se
conserva
la
repetición
de
5
veces
(a
excepción
en
3
“matras”
que
solo
se
repite
4)
y
una
constante
reducción
en
la
figuración,
tanto
en
el
“purvanga”
como
en
el
“uttaranga”,
generando así la sensación de un aumento parcialmente gradual de tempo.
Mientras
tanto,
en
esos
compases,
en
el
vibráfono
se
está
ejecutando
otro
“tirmana”
que
comparte
con
el
piano
I
la
característica
del
número
de
repeticiones
(5),
sin
embargo,
este,
en
lugar
de
comenzar
con
una
figuración
de
7
“matras”,
lo
hace
con
5
y
la
reducción
entre
cada
grupo
de
notas
es
de
1
“matra”.
Un
detalle
a
tener
en
cuenta,
es
que
este
ejemplo
comienza
con
un
tresillo
de
corcheas
que,
para
mantener
la
lógica
del
“tirmana”
habría
que
considerarlas
como
semicorcheas,
es
decir,
como
“matras”.
Si
consideramos
las
dos
últimas
corcheas
como
semicorcheas,
estas
sumadas
a
la
semicorchea
siguiente
(ya
que
está
ligada),
generarían
un
total
de
5
“matras”,
compatibles con las características de este ejemplo.
Una
vez
terminados
tanto
este
último
“tirmana”
como
el
anterior,
en
la
pieza
(en
ambos
casos
además
del
piano
II)
comienza
una
sección
de
una
extensión
similar
a
uno
de
los
“tirmanas”
previos
que
no
posee
una
lógica
propia
de
esta
técnica
(aprox.
cc.
37-45).
Aparecen
figuraciones
que
a
simple
vista
pueden
parecerse
a
las
analizadas
anteriormente,
pero
si
lo
comprobamos,
solo
mantienen
una
coherencia
parcial.
Dicho
de
otro
modo,
no
existe
un
patrón
de
repetición
y
se
presentan
figuraciones
de
forma
puntual
en
lugares
que
por
su
número
de
“matras”
no
les
corresponden,
ya
sean
figuraciones
pequeñas
entre
notas
con
un
gran
número
de
“matras”
o
viceversa.
Asimismo,
habría
que
añadir
la
alta
presencia
de
tresillos
de
corcheas
en
los
tres
instrumentos
que
producen
una
variación
en
la
subdivisión
del
pulso,
en
este
caso
a
“tisra”
(3
o
6
“matras”
/
unidades
por
pulso),
y
recordamos
que
una
de
las
peculiaridades
de
esta
técnica
es
que
se
tiene
que
realizar
en
“chatusra”,
es
decir,
4
“matras”
por
pulso.
Si
consideramos
esta
sección
como
un
“tirmana”
debido
a
su
duración, la pieza continuaría con el “tirmana” número 4 en el compás 46.
En
este
punto,
el
“tirmana”
que
vamos
a
tratar
nos
conduce
al
punto
climático
de
la
pieza.
Tanto
los
instrumentos
monódicos
como
polifónicos
en
estos
compases
(46-52)
poseen
la
mayor
dinámica,
sobre
todo
el
clarinete
y
la
trompeta
con
“fff”,
destacando
la
tesitura
extrema
del
clarinete.
En
lo
correspondiente
el
“tirmana”,
el
único
instrumento
que
realiza
uno
de
manera
más
pura
es
el
vibráfono.
Este
comienza
en
el
compás
47
con
una
figuración
de
9
“matras”
(blanca+semicorchea)
repetida
3
veces,
a
continuación,
pasarán
a
ser
notas
de
7
“matras”,
luego
de
5
y
por
último
de
3,
repitiéndose
todas
3
veces.
El
piano
I
comienza
con
4
notas
de
7
“matras”,
continuando
con
una
acentuación
de
3
“matras”
durante
aproximadamente
4
compases.
Igualmente,
el
piano
II
establece
una
subdivisión
ternaria
en
estos
4
compases,
modificándose
al
final.
La
permanencia
de
una
misma
acentuación
durante
tanto
tiempo
no
había
sucedido
antes
en
la
obra.
Por
consiguiente,
la
posibilidad
de
que
pueda
existir
un
“tirmana”
aquí,
se
ve
truncada.
La
duración
aproximada
de
este
ejemplo
(4
compases)
son
19
segundos
en
los
que
un
instrumento
(piano
II)
se
mantiene
en
negra=38
con
subdivisión
ternaria,
otro
(piano
I)
con
una
pulsación
de
negra=50,6
(debido
a
la
acentuación)
y
el
tercero
(vibráfono)
genera
un
accelerando
progresivo
cada
3
notas.
Creando
así
una
compleja
polirritmia
que
desembocará
en
un
calderón,
punto
coincidente de todos los instrumentos que será un punto de inflexión de la pieza.
A
partir
de
aquí,
el
piano
II
desaparece
y
el
vibráfono
junto
con
el
piano
I
ejecutan
el
5º
“tirmana”
en
homorrítmia,
primera
vez
que
se
da
este
caso.
Este
“tirmana”
abarca
desde
el
compás
53
al
58,
hasta
la
entrada
del
piano
II.
Las
características
de
este
ejemplo
son
iguales
al
precedente,
es
decir,
se
repite
cada
figuración
3
veces,
comenzando
con
9
“matras”
como
nota
original
y
3
como
nota
final.
El
único
detalle
a
comentar
a
diferencia
del
anterior,
es
que
existe
un
“uttaranga”,
por
lo
tanto,
los
“matras”
utilizados
en
el
otro
“tirmana”
son
menores
que
aquí.
Realizando
el
cálculo,
resultarían
80.
72
en
el
“purvanga”,
lo
correspondiente
al
“tirmana”
previo,
más
8
nuevos
en
el
“uttaranga”.
Louis
Aguirre
vuelve
a
considerar
oportuna
la
propiedad
de
cambiar
el
“gati”
en
función
de
las
repeticiones
empleadas,
en
este
caso
3,
por
consecuente
escribe
un
tresillo
de
negras.
El
“gati”
o
la
subdivisión
del
pulso
por
lo
tanto
cambia
a
ternario
ya
que
un
tresillo de negras es lo mismo que dos de corcheas acentuando cada dos corcheas.
Finalmente,
el
“tirmana”
nº6
(cc.
59-64)
se
ejecuta
únicamente
y
por
primera
vez
en
el
piano
II.
Se
trata
del
mismo
“tirmana”
que
empezó
la
pieza,
concretamente
en
el
vibráfono.
Un
total
de
112
“matras”
distribuidos
en
secuencias
de
5
notas,
comenzando
con
una
figuración
de
8
“matras”
(blanca)
en
el
cual
se
va
reduciendo
en
2
por
cada
repetición.
Desde
5
blancas
a
5
corcheas
en
el
“purvanga”
y
completando
el
“tirmana”
con
un
5:3negras
en
el
“uttaranga”.
Por
otro
lado,
el
piano
I
junto
con
el
vibráfono
se
mantienen
en
homorritmia
pero
esta
vez
sin
seguir
un
orden
decreciente
de
valores.
El
orden
de
las
notas
contabilizando
sus
semicorcheas
sería:
7
+
7
+
5
+
6
+
6
+
7
+
5
+
4
+
4
+
5,
y
este
patrón
se
repite
dos
veces.
Cuando
nos
encontramos
con
patrones
desordenados
podemos
estar
ante
el
concepto
de
“vakra”
dentro
de
los
“tirmanas”.
“En
el
segmento
de
‘vakra’,
los
pasos
se
permutan
a
voluntad
del
creador.
Al
igual
que
con
muchas
otras
técnicas,
uno
de
los
objetivos
es
producir
alguna
forma
de
desplazamiento
en
el
proceso
sin
crear
ningún
sentimiento
de
síncopa”
(Reina,
2015:125).
Además,
la
indicación
de
compases
también
mantiene
un
patrón.
Se
trata
de
6
compases
divididos
en
5/4
+
5/4
+
4/4
repetidos
una
segunda
vez,
lo
que
puede
indicarnos
que
este
“tirmana”
se
ha
creado
a
partir
de
2
ciclos
de
un
“tala”
14,
igual
que
el “tala” inicial.
A
través
de
este
análisis
hemos
podido
examinar
cómo
Louis
Aguirre
aplica
una
de
las
técnicas
de
la
música
carnática
en
su
propia
obra.
En
este
caso,
utiliza
los
“tirmanas”
como
elemento
estructural
de
la
pieza.
De
manera
individual,
las
voces
ejecutan
diversos
“talas”
con
los
que
regulan
la
extensión
de
las
frases
(de
los
instrumentos
monódicos,
generalmente).
A
través
del
uso
de
los
distintos
“tirmanas”,
su
pureza
o
manipulación
y
su
coordinación
o
desfase,
Louis
Aguirre
consigue
crear
un
elemento
muy
versátil
a
la
hora
de
gestionar
la
densidad
musical.
Una
herramienta
que
permite
la
permutación
entre
orden
y
caos,
donde
el
caos
está
completamente
controlado
y
organizado,
como
hemos
visto,
reservado
para
el
alcance
del
punto
climático
de
la
obra.
En
esta
pieza
dicho
resultado
sonoro
se
produce
únicamente
con
tres
instrumentos,
lo
que
aplicado
a
una
plantilla
instrumental
mayor
potenciaría
tanto
el
efecto sonoro resultante como las posibilidades de variación de la técnica.
3.3.- Las técnicas rítmicas de la música carnática en en AYÁGGUNA II.
3.3.1.- Sobre AYÁGGUNA II.
“Ayágguna
II”
es
una
pieza
para
clarinete
bajo
en
Bb
y
percusión.
Esta
se
compone
de
dos
tipos
de
sonidos
generados
por
instrumentos
de
parches
e
instrumentos
de
metal,
concretamente,
bongos,
congas,
toms,
bombo,
cencerros
africanos,
ópera
gongs,
thai
gongs y tam-tam.
El
título
completo
de
esta
pieza
es
en
realidad
“Ayágguna
II
(Oru
a
Obbatalá)”.
Se
trata,
de
nuevo,
de
un
“orisha”
(dios
africano).
“Obbatalá”
es
el
creador
de
los
humanos
y
todo
lo
que
habita
en
la
tierra,
guía
del
cuerpo
humano
incluyendo
los
pensamientos.
En
la
religión
“yoruba”,
los
dioses
tienen
lo
que
denominan
distintos
“caminos”,
dependiendo
de
las
características
de
la
situación
el
“orisha”,
adoptará
un
camino
u
otro.
En
este
caso
“Ayágguna”
es
un
camino
de
“Obbatalá”,
un
guerrero
intrépido
y
temerario
que
se
dice
que
propagó
las
guerras
por
todo
el
mundo
(https://cubayoruba.blogspot.com/2006/12/ obbatala.html).
Como
hemos
visto,
la
obra
de
Louis
Aguirre
refleja
visiblemente
su
carácter
religioso,
siendo
su
música
el
medio
de
expresión
de
la
sonoridad
creada
en
los
rituales.
Al
igual
que
la
obra
anterior,
nos
encontramos
ante
un
“oru”
(cantos
y
golpes
percusivos
dedicado
a
los
“orishas”).
Lo
que
en
la
otra
pieza
puede
parecer
una
atmósfera
de
trance
hipnótico,
aquí
la
situación
se
asemeja
más
a
una
posesión
o
invocación,
en
cualquier
caso,
una
sonoridad
progresivamente
agresiva.
El
papel
del
clarinete
bajo
intenta
simular
el
comportamiento
de
la
voz
humana
en
este
tipo
rituales
debido
al
tratamiento
melódico
de
este.
La
mayoría
de
alturas
se
alcanzan
por
medio
de
glissando
o
portamento
en
todos
los
registros,
algo
poco
frecuente
en
la
escritura
tradicional
de
clarinete
ya
que
en
el
registro
grave
el
paso
progresivo
de
una
nota
a
otra
requiere
de
un
alto
nivel
técnico.
Añadir,
además,
que,
Louis
Aguirre
anota
diferentes
maneras
de
llegar
a
la
nota,
aparte
del
glissando
tradicional;
mordentes
de
cuartos
de
tono
tanto
superior
como
inferior
con
una
o
dos
repeticiones.
(“bending”).
A
su
vez,
el
elemento
vibrato
está
muy
presente
ya
sea
en
forma
de
bisbigliando,
vibrado
mesurado,
o
indicado
como
“rápido”
y
“lento”.
Y,
por
último,
materiales
de
saturación,
como
sobrepresión
o
“growling”
en
el
cual
incluye
propiamente
la
voz
humana.
Todo
esto también recuerda al tratamiento de la melodía en los “ragas” hindúes:
Un
conjunto
de
notas
cantadas
planas
o
en
“staccato”
tiene
un
atractivo
limitado.
Para
dar
un
tono
“de
carne
y
hueso”
y
decorarlo,
hay
que
acentuarlo
y
entonarlo
de
tal
manera
que
obtenga
un
contenido
emocional.
Esto
se
logra
atacando
y
finalizando
los
sonidos
de
varias
maneras;
pivotando
(lo
que
conocemos
como
bordadura),
deslizándose
de
una
nota
a
otra
(“glissando”),
…etc.
Estos
agregan
una
gran
belleza
a
la
música
que
de
lo
contrario
seguiría
siendo
monótona.
Tales
matices
se
conocen
como
“gamakas”.
Como
dicen:
“Cuando,
en
la
música,
una
nota
se
mueve
de
su
propia
altura
a
otra
para
que
el
segundo
sonido
pase
como
una
sombra
sobre
él,
esto
se
llama
‘gamaka’”.
Nuevamente,
“la
gracia
que
agrada
a
la
mente
del
oyente
es
un
‘gamaka’”.
[…]
Hay
elementos
de
ornamentación
claramente
definidos
y
reconocidos
como
“tiripa”
(tremolo),
“kampita”
(vibrato),
“jaru”
(slide)
and
andolana
(bordadura)
(N.
De
T.)
(Chaitanya Deva, 1973: 12-13).
Louis
Aguirre
comenta
de
su
música
que:
“Lo
que
yo
creo
es
que
en
mi
obra
todo
pasa
por
el
cuerpo
es
algo
muy
físico,
sensorial,
sensual,
es
algo
que
parte
de
todo
el
ser,
incluyendo la parte espiritual […]” (Louis Aguirre) (MCAM 2016:4).
Como
bien
he
mencionado
antes,
Aguirre
tiene
influencias
de
muchas
culturas,
pero,
además,
el
componente
intuitivo
en
sus
obras
es
muy
importante.
En
“Ayágguna
II”,
a
diferencia
de
la
anterior
pieza,
no
existe
un
elemento
motivo-rítmico
que
genere
la
estructura
de
la
obra,
sin
embargo,
los
procesos
de
densificación
junto
con
los
contrastes
generalmente
cadenciales
mediante
un
calderón,
configuran
un
perfil
claro
de
la
pieza
(Imagen
13).
Las
técnicas
de
la
música
carnática
que
emplea,
por
tanto,
no
tienen
una
función
estructural,
aunque
sí
que
definen
el
esqueleto
de
la
obra,
pero
no
con
una
intención
organizadora,
sino
por
el
resultado
sonoro
que
generan
un
uso
total,
parcial
o
desuso
de
dichas
técnicas.
Además,
en
esta
pieza
se
puede
apreciar
frecuentemente
diversos
contrastes,
ya
sea
tímbricamente,
gestualmente
o
por
diferencias en la densidad musical.
Como cita el propio L. Aguirre:
Las
cosas
no
van
hacia
un
solo
punto.
Si
analizáramos
la
teoría
del
cosmos
nos
daríamos
cuenta
de
que
suceden
millones
de
cosas
en
distintos
lugares
y
a
la
vez
de
maneras
muy
diferentes.
Pienso
que
por
eso
mi
música
tiene
tantos
contrastes,
porque
son
diversas
cosas
que
suceden
en
tiempos
simultáneos
y
alternos
(Louis
Aguirre)
(Morales I., 2011).
Sobre este tema el Dr. Iván César Morales añade:
Por
otra
parte,
el
tratamiento
rítmico
que
desarrolla
el
compositor
a
lo
largo
de
sus
realizaciones,
le
permite
tanto
fraguar
buena
dosis
de
las
articulaciones
contrastantes
que
caracterizan
su
discurso
como
su
intensa
carga
dramática.
Debemos
recordar
que
parte
significativa
de
la
creación
de
Aguirre
ha
sido
concebida
íntegramente
para
formatos
de
percusión,
o
en
su
defecto,
conceden
a
dicha
familia
de
instrumentos
el
rol
solista (Morales I, 2011:123).
Una
vez
introducida
la
pieza
y
la
función
que
las
técnicas
de
la
música
carnática
cumplen
en
esta,
se
proseguirá
a
su
análisis,
donde
se
elegirán
los
fragmentos
en
los
cuales el resultado del empleo de dichas técnicas quede afirmado de una manera clara.
3.3.2.- ANALISIS.
Para
el
análisis
de
las
técnicas
rítmicas
carnáticas
tendremos
en
cuenta
mayoritariamente
el
papel
de
percusión
ya
que
es
el
instrumento
donde
aparecen
más
y
de
una
manera
más
clara
ejemplos
de
dichas
técnicas.
Estudiaremos
sobre
todo
los
procesos
de
densificación
porque
son,
en
esos
momentos,
donde
se
ejecutan
la
mayor
parte
de
elementos
de
la
música
carnática.
En
la
siguiente
imagen
están
indicados
con
flechas diagonales.
IMAGEN 13
Gati bhedam
Comenzando
con
la
técnica
del
“gati
bhedam”
que,
como
recordamos,
consiste
en
una
acentuación
que
no
se
corresponde
con
la
subdivisión
del
pulso,
teniendo
en
cuenta,
además,
el
factor
intuitivo
del
compositor,
esta
no
aparece
de
una
forma
“pura”
durante
mucho
tiempo.
El
objetivo
es
crear
la
ilusión
de
cambio
de
“gati”,
con
posibilidad
de
obtener
polipulsos.
“Un
posible
peligro
es
comenzar
a
saltarse
los
acentos.
Cuando
se
omiten
los
acentos,
la
sensación
de
estar
en
un
“gati”
diferente
se
desvanece.”
(N.
de
T.)
(Reina
R.,
2015:49)
Igualmente,
añadida
al
resto
de
técnicas
empleadas,
esta
puede
pasar desapercibida.
Teniendo
en
consideración
cierta
extensión
de
ejecución
de
dicha
técnica,
comentaré
cuatro
ejemplos.
Sin
embargo,
si
se
tomara
otra
referencia
como
medida
mínima
se
podrían añadir más ejemplos o, en el caso contrario, hasta ninguno.
1. Compás 72
Aquí
aparece
de
manera
breve
el
“gati
bhedam”
en
la
percusión.
Siendo
un
compás
de
8/4
,
en
los
4
primeros
pulsos
acentúa
cada
5
“matras”
y
después
continúa
en
“chatursa”.
Como
hemos
comprobado
al
presentar
los
“gati-jathi”,
en
este
caso,
para
que
se
complete
el
ciclo
faltaría
un
grupo
más
de
4
semicorcheas.
Al
quedar
incompleto
el
ciclo
e
incorporar
un
acento
inmediatamente
después,
provoca
una
aceleración
del
pulso.
Así,
rompiendo
con
la
velocidad
anterior
y
ayudado
por
el
crescendo,
pasa
de
negra=40 a negra=50.
Decide
comenzar
con
este
“gati-jathi”
ya
que
se
encuentra
al
principio
del
proceso
de
densificación,
por
lo
que,
ejecutar
“chatusra
jathi
5”
le
proporciona
un
amplio
recorrido
para alcanzar la complejidad (ver imagen 14).
IMAGEN 14
2. Compases 78 – 79 – 80 – 81 – 82
En
este
ejemplo,
ambos
instrumentos
están
en
“tirsa”.
El
“gati
bhedam”
sucede
en
los
dos
primeros
compases
en
la
percusión
y,
a
partir
de
ahí,
en
el
clarinete
bajo.
La
percusión
tanto
en
el
compás
78
como
79
se
mantiene
en
“tisra”
sin
embargo,
va
aumentando
el
número
de
“matras”
entre
acento
y
acento.
Comienza
en
“tisra
(jathi3)”,
después
en
“tisra
jathi
4”
y
finalmente
se
establece
en
“tisra
jathi
5”
hasta
el
compás
80.
En
este
punto,
el
clarinete
bajo
pasa
de
estar
en
“tisra”
a
estar
en
“misra”
y
comienza
con
su
“gati
bhedam”.
Una
vez
introducidos
los
septillos,
al
igual
que
el
clarinete
previamente,
aumenta
el
número
de
“matras”
en
cada
acento.
Inicialmente
realiza
“misra
jathi
5”,
luego
“misra
jathi
6”,
“misra
jathi10”,
“misra
jathi
11”
y
acaba,
en
el
compás
82,
en
“misra”.
De
esta
manera,
al
romper
ese
aumento
en
el
“jathi”
con
el
último
“mirsa”
acaba
precipitando
el
pulso
siguiente,
donde
la
percusión
realizará
“khanda”
y
“misra” (ver imagen 15).
Este
es
un
ejemplo
muy
claro
del
“árbol
del
gati
bhedam”,
donde
se
generan
cambios
tanto
en
el
“gati”
como
en
el
“jathi”,
teniendo
un
factor
común
como
eslabón
entre
cambio
y
cambio.
En
este
caso,
concretamente,
se
trata
de
un
proceso
de
densificación,
pero
esto
se
puede
aplicar
como
herramienta
para
controlar
ese
flujo
de
densidad
y
tensión
en
ambas
direcciones,
incluyendo
el
elemento
de
coincidencia
o
desfase
entre
los instrumentos.
IMAGEN 15
3. Compases 109 – 110 – 111 – 112
A
partir
del
segundo
pulso
del
compás
109,
en
la
percusión
tenemos
un
acento
por
pulso
hasta
el
comienzo
del
compás
111.
Obviando
el
segundo
acento
que
hay
en
el
primer
tiempo
del
compás
110,
diríamos
que,
al
ser
la
subdivisión
de
quintillos,
está
en
“khanda”.
En
cambio,
una
vez
comienza
el
compás
111,
la
acentuación
pasa
a
ser
cada
3
“matras”
pero
sin
cambiar
de
“gati”,
es
decir,
pasa
a
ser
“khanda
jathi
3”.
A
esto
hay
que
añadir
que
el
clarinete
bajo
en
el
compás
110
está
realizando
seisillos
acentuados
cada
3 “matras” (“Tisra”), y, en el 111, quintillos acentuados cada pulso, es decir, “khada”.
De
este
modo,
nos
encontramos
en
dichos
compases
una
pulsación
rímica
cruzada
entre
los
instrumentos.
Cuando
el
clarinete
está
realizando
seisillos
de
semicorcheas
acentuados
cada
3,
al
compás
siguiente
en
la
percusión
comienza
a
tener
acentos
también
cada
3
semicorcheas,
sin
embargo,
la
subdivisión
de
estas
es
de
quintillo.
Por
lo
que
se
ve
reducida
la
sensación
de
velocidad,
concretamente
al
ser
negra=30,
la
pulsación
pasaría
de
100
a
83,3.
Por
otro
lado,
el
“khanda”
se
mantiene
constante,
pasando
del
compás
110
en
la
percusión
al
clarinete
en
el
111.
Creando
así,
a
partir
de
una
lógica
interna,
ritmos
complejos
superpuestos,
que
finalmente
al
compás
siguiente
ambos instrumentos confluirán en “khanda” (112) (ver imagen 16).
IMAGEN 16
4. Compás113 (con anacrusa de corchea)
Como
se
indica
en
el
pentagrama
superior
de
percusión
(como
guía),
la
acentuación,
considerando
la
anacrusa
de
corchea
del
compás
anterior,
sería
(en
“matras”):
2
–
3
–
3
–
3
–
4
–
4
–
5
–
5.
Nos
encontramos
con
un
ejemplo
similar
al
de
los
compases
78
–
79,
sin
embargo,
aquí,
existe
un
patrón
rítmico
cada
vez
que
se
acentúa
una
nota.
Aunque
en
cada
acento
los
“matras”
que
haya
que
realizar
sean
7,
la
subdivisión
del
pulso
no
deja
de
ser
“chatusra”.
Dicho
de
otro
modo,
la
sensación
que
va
a
producir
al
ser
números
contiguos,
es
de
un
rallentando
de
septillo,
ya
que
se
mantienen
4
semicorcheas
por
pulso.
Aquí,
por
tanto,
el
“gati
bhedam”
se
da
de
una
forma
sencilla
al
mantener la subdivisión en “chatusra” (ver imagen 17):
IMAGEN 17
Nadais bhedam
A
continuación,
veremos
cómo
utiliza
Louis
Aguirre
los
“nadais
bhedam”,
su
incorporación
al
discurso
y
su
resolución.
Esta
técnica
aparece
generalmente
en
un
punto
del
proceso
de
densificación
ya
avanzado,
ya
que
se
trata
de
una
técnica
donde
se
existe
un
gran
flujo
de
notas,
además
de
la
complejidad
de
la
ejecución
de
estas.
Como
recordamos,
un
“nadai
bhedam”
se
da
cuando
se
produce
un
nuevo
“gati”
en
una
relación
“gati/jathi”
ya
dada
(siendo
el
nuevo
“gati”
diferente
al
“jathi”
original).
Dicho
esto, pasamos a analizar varios ejemplos en esta obra:
1. Compases 75 – 76
El
primer
“nadai
bhedam”
se
presenta
como
final
de
una
parte
del
tercer
proceso
de
densificación.
Empieza
en
la
percusión,
en
el
compás
75,
donde
se
halla
indicado
como
5:3
negras,
donde,
en
cada
acento
se
producen
seisillos.
Esto
quiere
decir
que
el
“gati”
original
es
“khanda”
y
el
“jathi”
es
“tisra”
(“khanda
jathi
3”).
Así,
obtendríamos
5
acentos
aislando
1
nota
de
cada
3,
en
tres
pulsos
de
quintillos.
Una
vez
localizados
los
5
acentos,
en
cada
uno
de
ellos,
Aguirre,
decide
escribir
“tisra
2ª
vel.2
(seisillos)
como
“nadai”.
En
este
caso,
sí
que
coincide
el
“jathi”
con
el
“nadai”,
pero
al
tratarse
de
distintas
velocidades
(tresillos
vs.
seisillos),
el
resultado
del
“nadai
bhedam”
es,
finalmente,
el
doble.
No
es
casualidad,
por
otro
lado,
que
elija
“tisra”
ya
que
previo
a
“nadai
bhedam”
tenemos
un
pulso
con
un
tresillo
de
corcheas
(“tisra”).
De
esta
manera
logra
introducir
el
bloque
de
una
forma
lógica.
Al
ejecutarse
en
un
compás
de
6/4
y
reproducirse
esto
a
lo
largo
de
3
pulsos,
le
permite
repetir
dicho
bloque.
A
diferencia
del
anterior,
aquí
existe
una
excepción
en
el
último
acento.
El
“nadai”
cambia
de
“tisra
2ª
vel.”
a
“chatusra”,
frenando
la
densidad
previa.
Esto,
por
otro
lado,
le
sirve
como
eslabón
final
para
unir
el
“nadai bhedam” con el pulso siguiente, que está en “chatusra” (ver imagen 18).
IMAGEN 18
Al
compás
siguiente
(76-
imagen
19),
en
cambio,
es
el
clarinete
bajo
el
que
interpreta
el
“nadai
bhedam”.
Ahora
el
“gati”
original
es
“tisra”
y
el
jathi
“chatusra
2ª
vel.(pratiloma)”,
dicho
de
otra
manera
3:2
negras,
y,
el
“nadai”
es
“khanda”.
Con
lo
cual,
se
ejecutarán
3
quintillos
en
el
lugar
de
2
pulsos.
Estos,
al
igual
que
antes,
también
están
precedidos
por
distintos
grupos
en
“khanda”,
tanto
en
la
percusión
como
en
el
propio
clarinete
bajo.
Asimismo,
comparte
con
el
“nadai
bhedam”
previo,
una
segunda
repetición
y
una
modificación
en
el
último
acento,
siendo
este,
en
lugar
de
“khanda”,
“misra”
(7),
que
proporciona
una
aceleración/precipitación
hacia
la
conclusión
de
este
proceso
de
saturación.
IMAGEN 19
2. Compases 97 – 98
Comparándolo
con
los
anteriores,
este
“nadai
bhedam”
es
mucho
más
simple.
Aquí
hay
un
3:2
negras
y
en
cada
acento
se
producen
quintillos.
Según
las
técnicas
de
la
música
carnática,
esto
correspondería
a
un
“chatusra
jathi
3”
con
nadai
“khanda”.
La
forma
de
introducir
este
“nadai”
también
resulta
coherente
ya
que
en
los
dos
pulsos
previos
se
interpreta
un
motivo
en
“misra”,
que,
si
obviamos
los
2
últimos
“matras”
y
solo
tomamos
los
5
primeros,
resulta
el
mismo
motivo
rítmico
(y
casi
íntegro)
al
interpretado
en
el
primer
y
segundo
acento
del
“nadai”.
De
este
modo,
se
podrá
escuchar
el
motivo
2
veces
repetido
al
completo
y
una
2
veces
más
rápido
y
acortado,
dentro
de
esta
técnica.
Al
igual
que
para
introducir
el
“nadai”,
para
unir
el
final
con
la
continuación
de
la
pieza,
también
se
produce
una
relación
de
figuraciones
rítmicas.
Aquí,
dentro
de
cada
acento,
se
ejecuta
un
quintillo
y,
una
vez
terminado
el
“nadai”,
al
pulso
siguiente,
la
relación
“gati/jathi”
resulta
“chatusra
jathi
5”,
es
decir,
4
“matras”
por
pulso
acentuadas
cada
5,
por
lo
que
se
conserva
la
sensación
de
“khanda”.
En
la
imagen
20, se puede observar el “nadai bhedam” en los 2 compases centrales:
IMAGEN 20
Según
Rafael
Reina,
una
“nadai
bhedam”
no
se
utiliza
esporádicamente,
sino
que
suele
tener
una
extensión
mínima
de
30-40
segundos.
Esto
ocurre
porque
esta
técnica
“es
utilizada
exclusivamente
con
el
propósito
de
crear
polipulsos,
y
nunca
como
una
fuente
de
cambios
rápidos
de
grupos
irregulares”.
(Reina,
2015:189).
Como
podemos
observar,
no
es
el
caso
de
Louis
Aguirre,
ya
que
él,
aunque
en
este
ejemplo
también
lo
repite
una
segunda vez, no dejan de ser casi 5 segundos (4 pulsos a negra=50).
3. Compases 147 – 148
Situándonos
al
final
de
la
obra,
este
“nadai
bhedam”
es
un
ejemplo
claro
de
máxima
saturación
y
complejidad,
donde
el
clarinete
bajo
interpreta
un
sonido
estridente
mantenido
en
el
registro
sobreagudo
mediante
la
técnica
de
colocar
los
dientes
en
la
caña
en
una
dinámica
“ffff
(brutale)”.
Por
otro
lado,
la
percusión
va
densificando
su
número
de
ataques
en
el
“nadai
bhedam”
generando,
a
su
vez,
un
crescendo
desde
“fff
(brutale sempre)” a “ffffff”.
En
este
caso
se
trata
de
un
grupo
irregular
compuesto
por
un
“gati
khanda”,
un
“jathi
chatusra”
y
un
“nadai
misra”.
Esto
resulta
en
un
5:4
negras
donde
se
interpreta
un
septillo
en
cada
acento.
Por
lo
tanto,
tendremos
un
total
de
35
“matras”
acentuados
periódicamente
cada
7
a
lo
largo
de
4
pulsos
(negras).
Al
compás
siguiente,
se
repite
este
“nadai
bhedam”,
sin
embargo,
Aguirre
decide
densificar
este
grupo
modificando
el
“nadai”,
cambiándolo
de
“misra”
a
“sankirna”,
es
decir
9
“matras”
por
acento.
De
esta
manera
incrementamos
a
densidad
de
“matras”,
manteniendo
el
número
de
acentos
a
lo
largo
del
mismo
periodo
de
tiempo,
concretamente
pasamos
de
35
a
45
“matras”
interpretados
en
casi
5
segundos.
Este
“nadai
bhedam”
se
ve
truncado
en
el
pulso
siguiente
a
causa
del
empleo
de
un
“khanda
(normal)”
(ver
imagen
21),
un
quintillo
como
contraste,
que
dará
paso
de
nuevo,
a
la
mayor
densidad
y
complejidad
de
la
obra,
compuesta
a
través
de
combinaciones
de
“anuloma
–
pratiloma”
que
estudiaremos
a
continuación.
IMAGEN 21
Combinaciones anuloma – pratiloma
En
este
punto
se
comentarán
las
combinaciones
“anuloma
–
pratiloma”
de
forma
breve
y
puramente
técnica.
Como
sabemos,
consisten
básicamente
en
cambios
de
velocidad,
en
el
caso
de
esta
pieza,
ligados
a
motivos
rítmicos,
no
a
largas
estructuras.
Es
por
eso
que,
en
el
siguiente
punto
(“sangatis
rítmicos”),
se
incluye
esta
técnica
asociada
a
los
distintos
motivos,
razón
por
la
que
aquí
estudiaremos
diversas
situaciones
de
“anuloma
– pratiloma” de manera numérica.
1. Compás 19
En
este
ejemplo,
tenemos
el
motivo
original
de
la
percusión,
donde,
a
pesar
de
ser
un
compás
de
10/4
cuya
subdivisión
lógica
occidental
es
de
4
“matras”
(binaria),
nos
encontramos
con
un
motivo
rítmico
en
“khanda”
(5
“matras”).
Tras
ejecutar
5
pulsos
con
quintillos
de
semicorcheas,
el
compositor
exige
que
se
realicen
5:3
negras.
Al
conservarse
la
misma
subdivisión
en
los
8
pulsos,
este
cambio
de
velocidad
resulta
sencillo
ya
que
sería
únicamente
un
paso
dentro
de
“khanda”,
concretamente:
“Khanda
(normal)” “Khanda – pratiloma 3ª vel.”
El
cambio
consistiría,
una
vez
iniciado
el
“pratiloma”,
mantener
la
subdivisión
en
“khanda”
y
acentuar
cada
3
“matras”
(por
eso
he
apuntado
3º
velocidad).
Por
lo
tanto,
el
resultado
final
sería,
teniendo
en
cuenta
la
frecuencia
de
notas
dentro
de
ambos
grupos
de
5
y
siendo
negra=50
la
velocidad
original,
una
deceleración
de
nota=250
a
nota=83,3 (ver imagen 22).
IMAGEN 22
2. Compases 58 – 59 – 60
En
estos
compases,
se
realiza
el
final
de
un
proceso
de
densificación.
Sin
embargo,
Aguirre
emplea
las
combinaciones
de
anuloma
–
pratiloma
como
punto
final
de
este,
generando
un
contraste
respecto
a
la
saturación
previa
como
herramienta
para
añadir
tensión.
Observando
el
compás
58
la
percusión
está
ejecutando
“khanda
–
2ª
vel.”,
es
decir
10
“matras”
por
pulso.
De
este
“anuloma”
pasa
a
un
“pratiloma”
también
en
“khanda”
que
durará
2
negras,
dicho
de
otro
modo
5:4
corcheas
(“pratiloma
khanda
–
2ª
vel.”),
donde
continuará
a
“khanda
(normal)”.
En
el
último
compás
(60),
manteniendo
la
subdivisión,
esta
vez
el
grupo
de
5
notas
se
interpreta
a
lo
largo
de
3
pulsos,
es
decir,
5:3
negras
(“pratiloma
khanda
–
3ª
vel.”).
Y,
finalmente,
rompe
la
sucesión
en
“khanda”
añadiendo
un
grupo
en
“sankirna”
donde
esas
9
notas
se
deben
interpretar
en
2
pulsos
(9:8
semicorcheas).
Esta
última
agrupación,
al
tratarse
de
un
número
primo,
no
puede
considerarse
“anuloma”
o
“pratiloma”,
de
los
grupos
frecuentemente
empleados
(ver
imagen 23).
El
resultado
general
incluyendo
el
último
pulso
del
compás
58
es:
decelerar
–
acelerar
–
decelerar
–
acelerar,
donde
en
el
último
paso
aumentan
el
número
de
notas.
En
términos
numéricos
de
velocidad,
teniendo
en
cuenta
la
frecuencia
de
notas
en
el
grupo
y
50=negra
como
velocidad
inicial,
se
traduciría
a:
500
–
125
–
250
–
83,3
–
225
(vel. de nota).
IMAGEN 23
3. Compases 144 – 145 – 146
La
particularidad
del
siguiente
“anuloma
–
pratiloma”
es
que
sucede
en
fracciones
de
tiempo
menores
a
1
pulso.
Esta
era
una
de
las
posibilidades
añadidas
al
uso
común
de,
concretamente,
“pratiloma”,
donde
normalmente
se
ejecuta
a
lo
largo
de
varios
pulsos
(=negras).
Aquí,
en
la
imagen
24,
vemos
una
preponderancia
de
quintillos
(característica
general
de
la
obra),
que
se
van
estrechando
y
alargando
según
la
figuración
que
ocupen.
Comienza
con
“khanda
(normal)”
y
después
lo
reduce
a
la
mitad,
ejecutando
esas
5
notas,
en
lugar
de
en
4
semicorcheas
(=
pulso),
en
4
fusas.
Ya,
en
el
compás
siguiente,
aparece
por
primera
vez
una
figuración
irregular
menor
al
grupo
que
abarca
esta,
se
trata
de
un
5:6
fusas.
De
nuevo
retoma
el
grupo
de
5:4
fusas,
donde
a
partir
de
ahí,
irá
permutando
entre
valores
de
4,
5
o
6
fusas
en
el
lugar
de
4,
generando
la sensación de cambios mínimos de tempo.
En
este
caso,
al
ser
realizarse
estas
combinaciones
en
fragmentos
menores
a
1
pulso,
a
la
hora
de
indicar
que
velocidades
de
“anuloma
–
pratiloma”
se
están
utilizando
puede
resultar
confuso.
Comúnmente,
el
“patiloma”
se
aplica
a
pulsos
considerados
negras,
así
que,
para
este
ejemplo
solo
habría
que
tener
una
unidad
de
medida
menor
como
referencia,
y
de
ahí
relacionarla
con
el
resto.
Podría
solucionarse
considerando
la
corchea como unidad de pulso donde los “matras” serían ahora fusas.
IMAGEN 24
4. Compás 149
En
este
compás
ocurre
algo
similar
al
último
ejemplo
analizado
en
“gati
bhedam”
(Imagen
17).
Esta
vez
lo
he
incluido
en
este
apartado
ya
que,
a
diferencia
del
anterior,
aquí
varían
los
“matras”
de
cada
figuración
de
una
manera
no
progresiva
(pentagrama
superior)
y
además
existen
cambios
en
la
cantidad
de
“matras”
por
acento
(pentagrama
inferior).
Observando
la
guía
del
pentagrama
superior
podemos
ver
que
los
acentos
tienen
distintas
duraciones,
siguiendo
este
orden
(en
“matras”):
3
–
4
–
4
–
5
–
3
–
3
–
2.
Mientras
que,
por
otro
lado,
las
figuraciones
que
se
ejecutan
en
dichos
acentos
son:
7
–
7
–
9
–
9
–
9
–
9
–
9.
Estudiando
la
relación
vemos
que
se
producen
cambios
en
la
velocidad
tanto
por
la
dimensión
entre
acento
y
acento
(entre
el
1º
y
2º,
a
un
tempo
más
lento)
como
por
la
densidad
en
el
interior
de
estos
(entre
el
2º
y
3º,
a
más
rápido).
Dando
como
resultado
las
velocidades
(entre
notas):
466,6
–
350
–
450
–
360
–
600
–
600 – 900, precipitando el final de la obra (ver imagen 25).
IMAGEN 25
Aquí
se
consigue
un
resultado
de
cambios
de
velocidad
de
dos
maneras
distintas,
que
empleadas
al
mismo
tiempo,
permiten
un
abanico
de
posibilidades
de
variación
mucho
mayor.
Al
tratarse
del
penúltimo
compás
de
la
pieza
donde
se
produce
la
mayor
tensión,
la
densidad
también
va
acorde
con
ella,
utilizando,
por
ello,
únicamente
“misra”
o
“sankirna”,
figuraciones
con
gran
número
de
notas.
Pero
esto
ampliándolo
a
todo
tipo
de
agrupaciones
de
notas,
podría
crear
un
proceso
lógico
y
efectivo
sobre
el
control
de
la densidad y la tensión musical.
Sangatis rítmicos
Comentamos
esta
técnica
en
último
lugar
porque
al
estar
relacionada
con
el
fraseo
se
ha
tenido
en
cuenta
el
aspecto
tímbrico,
entendido
como
distintas
alturas
dentro
de
un
conjunto
de
percusión
con
sonido
indeterminado.
A
diferencia
de
las
anteriores
que
eran
puramente
rítmicas,
en
esta,
además,
hay
que
analizar
las
“alturas”.
Por
lo
tanto,
nos
encontraremos
frecuentemente
esta
técnica
motivo-rítmica
realizada
a
la
vez
con
alguna de las anteriores.
Teóricamente,
los
“sangatis
rítmicos”
se
aplican
a
frases,
es
decir,
normalmente
varios
pulsos,
donde
el
“gati”
o
el
“jathi”
o
ambos,
sufren
una
variación.
Al
igual
que
con
los
“gati
bhedam”,
según
que
unidad
mínima
de
medida
se
tome,
se
puede
hallar
muchos
o
incluso
ninguno.
El
análisis
que
veremos
a
continuación,
está
basado
en
el
perfil
de
los
motivos
rítmicos,
que,
generalmente,
tienen
la
extensión
de
1
pulso
cuando
se
presentan.
En
esta
técnica
nos
centraremos
únicamente
en
el
papel
de
percusión
porque
en
el
clarinete
bajo,
al
tener
sistema
de
alturas
determinadas,
resulta
más
engorroso
de
ver.
Al
considerar
en
este
momento
el
fraseo,
será
necesario
estudiar
el
motivo
original
de
la
percusión
(c.19
–
imagen
26),
ya
que
lo
emplea
como
germen
para
el resto de intervenciones casi en su totalidad:
IMAGEN 26
Tenemos
como
motivo
inicial
un
elemento
repetitivo,
luego,
una
figuración
con
ritmo
crético
(larga
–
breve
–
larga),
a
continuación,
una
con
perfil
ascendente
y,
por
último,
el
motivo
descendente
al
grave.
Esta
frase
se
repite
íntegramente
más
adelante,
por
lo
que,
al
escucharla
por
segunda
vez,
quedan
bien
definidas
las
distintas
partes
de
esta.
A
estos
motivos
previamente
presentados,
habría
que
añadirle
uno
último
que
aparece
en la tercera intervención de la percusión (imagen27):
IMAGEN 27
Se
trata
de
un
motivo
compuesto
por
una
escala
descendente
(referido
a
las
alturas
de
los
sonidos
de
los
parches,
salvo
el
bombo)
y
una
segunda
parte
con
un
movimiento
de
“curva”.
Otra
de
las
características
principales
de
este
grupo
es
su
aspecto
simétrico,
rítmicamente,
teniendo
la
nota
grave
larga
(nota
ligada)
como
eje.
He
considerado
este
último
también
como
motivo
generador,
no
solo
por
su
recurrencia,
sino
que
a
partir
de
él
surgen
3
motivos
que
aparecerán
constantemente
a
lo
largo
de
la
pieza.
Dos
de
ellos
se
generan
por
la
simple
división
del
motivo
original,
y
el
otro
por
una
pequeña
modificación
rítmica,
pero
manteniendo
el
perfil
principal,
siendo
posible
definirlo
como
un
“sangati
rítmico”
ya
que
aparece
en
un
“gati”
distinto
(“khanda”
2ª
vel.
anuloma)
(ver
imagen 28):
IMAGEN 28
Como
se
puede
observar,
los
motivos
rítmicos
tomados
son
únicamente
producidos
a
partir
de
sonidos
de
parches
(bongos,
congas,
toms
y
bombo),
ya
que
el
grueso
de
la
pieza,
en
el
papel
de
percusión,
se
desarrolla
en
base
a
estos
instrumentos.
A
partir
de
estos
5
motivos
principales,
se
genera
toda
la
pieza,
salvando
excepciones.
Dicho
esto,
para
analizar
esta
técnica,
tomaremos
distintos
fragmentos,
más
extensos
que
los
escogidos
para
las
técnicas
anteriores,
donde
se
estudiará
el
comportamiento
de
los
motivos
rítmicos
a
lo
largo
de
un
proceso,
teniendo
en
cuenta
siempre
el
factor
intuitivo
de
Louis
Aguirre.
Se
ha
asignado
un
signo
a
cada
célula
motívica
y
se
incluirá
en
el
fragmento
de
distinta
manera
si
se
presenta
de
forma
original
o
modificada
(con
subíndices). Así observaremos los “sangatis rímicos” de los diferentes motivos.
1. Compases 42 – 44 / 46 – 51:
IMAGEN 29
2. Compases 73 – 76:
IMAGEN 30
3. Compases 78 – 82:
IMAGEN 31
Como
se
puede
observar
ya
en
estos
ejemplos,
la
recurrencia
motívica
está
muy
presente.
Las
distintas
letras
griegas
con
subíndices
están
indicadas
en
las
fotos
según
el
“gati”
que
se
esté
empleando
en
el
motivo.
Considerando
el
orden
de
aparición,
los
subíndices
van
aumentando
desde
el
original
(sin
número)
hasta
un
máximo
de
8
(en
el
caso
de
“gamma”
=
naranja).
Louis
Aguirre
escribe
estas
células
motívicas,
aunque
no
de
una
manera
aleatoria,
con
cierto
grado
de
intuición
ya
que
resulta
complicado
de
relacionar
largas
frases
de
figuraciones
irregulares.
Sin
embargo,
por
otro
lado,
si
que
se
puede
intuir
cierta
correlación
de
las
células
con
la
primera
intervención
de
la
percusión
(el
motivo
original).
Por
ejemplo,
vemos
como
el
elemento
repetitivo
lo
suele
emplear
como
inicio
de
frase
(cc.50/21/76),
con
la
excepción
de
que
en
el
último
ejemplo
lo
utiliza
como
ritmo
final.
Otro
ejemplo,
es
el
motivo
“épsilon
1”
(verde
ε1),
que
casi siempre que aparece lo hace como final de frase, o cerca de ella (cc.49/51/74).
Esta
técnica
le
permite
el
compositor,
dentro
de
una
coherencia
motivo-rítmica,
gran
variedad
de
elementos
distintos,
pero
a
la
vez
relacionados
entre
sí.
Dependiendo
de
las
características
de
estos,
los
coloca
de
la
forma
conveniente
para
conseguir
un
resultado concreto, sirviéndole, por tanto, con una función unificadora.
4.- Conclusiones
Como
hemos
podido
observar
en
el
análisis
de
estas
dos
piezas,
las
composiciones
de
Louis
Aguirre
se
caracterizan,
entre
otras
cosas,
por
el
uso
de
las
técnicas
de
la
música
carnática
en
el
ámbito
rítmico.
La
presencia
de
algún
elemento
carnático
es
casi
constante
a
lo
largo
de
sus
obras,
y
especialmente
en
estas
dos
piezas.
A
lo
largo
del
trabajo
hemos
estudiado
técnicas
rítmicas
que
poseen
una
función
estructural,
como
los
“tirmanas”,
también
hemos
observado
la
aplicación
de
técnicas,
en
procesos
de
densificación,
como
“nadais
bhedam”
o
combinaciones
“anuloma
–
pratiloma”
y,
como
punto
final,
los
“sangatis
rítmicos”
para
el
desarrollo
del
material.
Al
haber
descompuesto
fragmentos
rítmicos
de
estas
obras
que
a
la
escucha
a
priori
pueden
parecer
confusos
y
aleatorios
por
la
complejidad
rítmica
del
material,
nos
hemos
dado
cuenta
de
que
están
completamente
ordenados
y
dispuestos
con
lógica.
Esto,
desde
el
punto
de
vista
compositivo,
aporta
una
serie
de
herramientas
en
el
campo
del
ritmo
que,
en
este
caso,
resultarían
eficientes
para
el
control
en
cuanto
a
la
complejidad,
tensión,
lo
que
proporciona,
en
definitiva
y
como
se
ha
mencionado
con
anterioridad,
el
carácter caótico/inestable que caracteriza la música de Louis Aguirre.
A
esto
hay
que
añadir,
la
facilidad
que
ofrecen
este
tipo
de
técnicas
para
recursos
compositivos
como
modulaciones
métricas
o
desarrollo
de
secciones
a
partir
de
un
motivo
rítmico.
Aunque,
por
otro
lado,
para
que
todo
esto
sea
eficiente,
se
requiere
por
parte
del
intérprete
cierta
destreza
musical.
Se
trata
de
materiales
con
una
alta
complejidad
rítmica
que
exigen
una
comprensión
e
interiorización
previa,
que,
de
no
ser
así,
no
producirían
el
resultado
óptimo.
Esto,
en
el
papel
del
compositor,
se
puede
ver
reflejado
en
el
riesgo
que
conlleva
la
utilización
de
materiales
complejos.
Una
inadecuada
construcción
a
partir
de
ellos
considero
que
podría
generar
un
rechazo
auditivo, ya que estos materiales necesitan de un esfuerzo mayor en la escucha.
Realizar
un
análisis
en
profundidad
de
dos
obras
contemporáneas
donde
el
material
a
examinar
parte
de
un
lenguaje
musical
distinto
al
de
nuestra
cultura
occidental,
conllevó
en
el
inicio
de
la
investigación
una
adaptación
a
la
gramática
del
universo
carnático,
aunque
una
vez
comprendidas
diversas
técnicas
de
esta
música
e
inmerso
en
la
obra
de
Louis
Aguirre,
se
pudo
ir
comprobando
cuáles
de
ellas
tenían
mayor
peso
en
las
partituras
a
analizar.
Con
esto
hemos
podido
descifrar
la
función
que
L.
Aguirre
asigna
a
dichas
técnicas,
el
efecto
sonoro
que
estas
producen,
y
cómo
este
las
aplica
en
sus
obras,
sin
olvidar
elemento
adicional,
y
no
menos
importante,
el
componente
intuitivo.
A
lo
largo
del
trabajo,
hemos
intentado
exponer
las
funciones
de
la
música
carnática,
ejemplificada
en
la
música
de
Louis
Aguirre,
como
un
medio
más
para
el
uso
del
ritmo
en
la
composición
contemporánea.
Como
se
ha
mencionado
anteriormente,
una
de
las
cualidades
que
se
deducen
de
este
lenguaje,
es
que
proporciona
una
mayor
corrección
y precisión en la lectura rítmica.
De
cara
a
la
improvisación,
al
igual
que
a
la
hora
de
componer,
consideramos
que
estas
técnicas
rítmicas
proporcionan
herramientas
de
creación
musical
para
mejorar
su
realización,
en
este
caso,
“composición”
instantánea.
Un
ejemplo
de
ello
es
el
que
nos
proporciona
en
un
ámbito
jazzístico
en
la
improvisación
de
un
solo,
puesto
que
este
sistema
nos
ofrece
nuevos
recursos
que
pueden
aportar
riqueza
y
sofisticación
a
la
interpretación.
Podría,
por
tanto,
ser
aplicado
como
un
sistema
de
manipulación
de
la
percepción
rítmica,
realizando
en
directo
constantes
cambios
de
pulsación,
si
bien
para
ello, y como hemos apuntado previamente, estableciendo una lógica determinada.
Del
mismo
modo
podría
aplicarse
en
el
ámbito
de
la
creación
musical
con
medios
electrónicos,
utilizados
con
una
función
de
ejecución
precisa
de
un
intérprete
virtual.
Al
omitir
el
factor
humano,
las
posibilidades
de
variación
y
complejidad
podrían
verse
ampliadas
considerablemente.
Teniendo
en
cuenta
el
elemento
de
exactitud
que
nos
ofrecen
estos
medios,
procesos
de
densificación,
complejidad
y
combinatoria
de
materiales
rítmicos
que
hemos
visto
a
lo
largo
del
trabajo,
su
desarrollo
se
nos
antoja
inacabable.
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Las técnicas de la música
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Parte II